En 1996, Baz Luhrmann puso de moda a Leonardo DiCaprio con ‘Romeo + Julieta’. Ya había destacado en papeles anteriores, en títulos como ‘What’s eating Gilbert Grape’ o ‘This boy’s life’, pero no fue hasta entonces cuando empezó a protagonizar las portadas de las revistas adolescentes. Por aquella época, yo también caí en aquel furor y comencé a visionar toda su filmografía. Fue así como ‘Diario de un rebelde’ cayó en mis manos. Tendría 11 años aproximadamente cuando vi aquella cinta calificada para mayores de 13. El impacto fue tal que, a día de hoy, es una de las películas que más me han marcado en toda mi vida.
DiCaprio protagoniza esta película autobiográfica sobre la problemática adolescencia del escritor Jim Carrol. Cuenta cómo su sueño de convertirse en un gran jugador de basket y entrar en la universidad gracias a una beca deportiva, se ve truncado tras caer en el mundo de las drogas. Las solitarias y peligrosas calles de Nueva York marcan el mapa de su camino hasta superar la drogodependencia.
Una película muy dura, más aún para un joven preadolescente que se encuentra con la cinta por casualidad. Eran los años 90, cuando por televisión se emitían dibujos contra las sustancias que habían llevado pocos años atrás a cientos de personas al cementerio. Y todavía se veían algunos vestigios en los barrios y los parques de las ciudades y de los pueblos. Aquellas películas de animación, junto con capítulos especiales de series televisivas como ‘Punky Brewster’ y las campañas publicitarias de prevención, formaban parte de una gran ofensiva para acabar con aquella lacra. Todo este trabajo surtió efecto en miles de niños y jóvenes que hemos rechazado cualquier tipo de droga de forma automática.
Una vez acabado el problema, cayó en el olvido y a las drogas se les dejó de prestar la atención necesaria. Pero las sustancias siempre han estado ahí. A pesar de toda la información de la que disponen los adolescentes de hoy, falta prevención. Cuando el conocimiento no es suficiente, es necesario ir a las emociones. Abrirles los ojos y hacerles ver cómo van a destruir su vida y la de sus familias. El cine y la ficción televisiva nos ayudó a verlo en los 90. Ahora, muchos van a vivirlo de cerca en su propia piel. El consumo de drogas está en aumento y vuelve a ser uno de los principales problemas de nuestra sociedad. Sin embargo, no se están aplicando las medidas requeridas para evitarlo. No quiero ser catastrofista, pero, si no se empieza a actuar, volveremos a lamentarnos como ocurrió en los 80. Porque todo vuelve. Los viejos problemas también se ponen de moda.